Mem Guímel

Asociación Socio-Cultural MEM GUÍMEL
Por la difusión de la cultura hebrea-Sefardí desde Melilla (España)
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jueves, 15 de mayo de 2008

Los preceptos entre el hombre y su prójimo (II)


Los preceptos entre el hombre y su prójimo (II)

Extraido de: http://www.masuah.org


» La actitud ante el prisionero y el enemigo
(Mishlei 24, 17) "No te alegres por la caída de tu enemigo ni se goce tu corazón cuando se hunda".
Estas instrucciones constituyen la antítesis total de la naturaleza humana, que se regocija ante la derrota del enemigo. ¿Por qué se nos exige, precisamente en tiempos de guerra, frenar nuestros instintos y sentimientos? La razón es simple: "a imagen de Hashem los creó" a todos los seres humanos, enemigos y amigos, y una persona no debe alegrarse por el mal que se abate sobre su prójimo, que también ha sido creado a semejanza de Hashem.
Más aún: una actitud hostil ante el enemigo y el prisionero reforzará el odio y suscitará guerras. ¿Cómo sobreponerse al odio al enemigo? Podemos saberlo por la leyenda que relata que cuando los Hijos de Israel cruzaron el Mar Rojo, los ángeles divinos quisieron entonar cánticos a Hashem que había salvado a su pueblo y ahogado a los enemigos egipcios. Hashem dijo entonces a los ángeles: También los egipcios, enemigos de Israel, son producto de mis manos, ¿y quieren cantar cuando se hunden en el mar? (Sanhedrín 39, 2).

» La beneficencia
"Estas son las cosas cuyos frutos consume una persona en este mundo y que lo mantienen en el mundo por venir:
- El respeto al padre y a la madre,
- Las buenas acciones,
- La asistencia a la sinagoga para shjarit y arvit,
- La hospitalidad,
- Las visitas a los enfermos,
- La contribución para la dote de una novia,
- Sepultar a un muerto,
- La lectura de las plegarias,
- La instauración de la paz entre un hombre y su prójimo y entre el marido y la esposa;
El estudio de la Torá vale más que todas ellas" (las bendiciones matutinas del Sidur).
En este breve fragmento se mencionan varios preceptos entre el hombre y su prójimo: las buenas acciones, sobre las que se dice que "el mundo se sostiene sobre tres pilares: la Torá, el culto y las buenas acciones" (Avot 1, 2). No se trata de un precepto específicamente definido, sino de ayudar al prójimo desinteresadamente.
La beneficencia constituye una expresión manifiesta, si bien reducida, de la beneficencia, pues significa brindar ayuda material al necesitado. Nuestros sabios la elogiaron diciendo que "la beneficencia equivale a todos los preceptos" (Baba Batra 9, 1), y en Mishlei 10, 2 dice: "la beneficencia salvará de la muerte". La beneficencia como concepción de mundo es un "invento" del judaísmo, difundido en las culturas occidentales.
Los jasidim relatan: Cierta vez, Rabí Abraham de Trest preguntó a uno de sus discípulos, que era inmensamente rico y sumamente avaro, por qué no donaba dinero para beneficencia, y éste le contestó: Lo haría, pero estoy buscando al pobre que merezca recibirlo. El Rabí replicó: Hashem no ha buscado al hombre merecedor para darle riquezas, ¿y tú buscas al pobre digno de recibir algo?
Existen varias halajot para dar cumplimiento al precepto de la beneficencia, la primera de ellas es Matán Beséter (dar en secreto), destinada a que quien la recibe no sepa quién es el donante y que éste no pueda vanagloriarse de sus acciones.
Quien da en secreto es un verdadero benefactor que cumple con el precepto de "no avergonzar al prójimo en público" y debe donar con alegría y de todo corazón; no se hace beneficencia forzada y con el corazón contrito. "Shamai decía: Recibe a todos de buenas maneras.
¿Cómo hacerlo? Si alguien obsequia a su prójimo los mejores bienes del mundo con rostro airado, es como si no le hubiera dado nada; pero si alguien recibe a su prójimo con expresión radiante aunque no le hubiera obsequiado nada, es como si le ofreciera los mejores dones del mundo" (Avot de Rabí Natán).
Quien hace beneficencia, debe donar de acuerdo con sus posibilidades y con las necesidades del necesitado sin demorar la entrega, pues en Mishlei 3, 28 dice: "No digas a tu prójimo (según Rashi, al pobre): Vete y vuelve, manaña". Es decir, quien hace beneficencia debe dar al necesitado sin dilaciones ni vacilaciones, para cubrir sus carencias.