JUDÍOS
EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
“Las
Brigadas Internacionales”
Por Lic. Tzila Chelminsky
Han transcurrido 37 años de la muerte de Franco en 1975
y más de 70 años desde el final de la Guerra Civil Española (1936-1939), y sin embargo
el conflicto continúa atrayendo la atención tanto de estudiosos como de un
amplio y variado público. Siguen apareciendo constantemente libros y películas
se siguen exhibiendo, como “Tierra y Libertad” (1995), “Libertarias” (1996) y “La Lengua de la Mariposa ” (1999)
Esta continua fascinación puede explicarse con la
noción de que la Guerra
Civil Española provocó el último gran despertar colectivo de
la conciencia europea, impulsando a los más distinguidos intelectuales de
Europa, así como a liberales y distintos sectores de izquierda, a salir en
defensa de una causa que consideraron clara y justa. No es sorprendente que el
interés por la tragedia española –que motivó una ola de solidaridad sin
precedentes cruzando fronteras y clases sociales– siga vivo. Hay que tomar en cuenta
asimismo que la Guerra
Civil Española es considerada por muchos como la antesala de la Segunda Guerra
Mundial. A pesar de que las raíces del conflicto español deben buscarse en
problemas sociales y peculiaridades de la idiosincrasia española, la ayuda
proporcionada a los nacionalistas por la Alemania nazi y la Italia fascista alentaron a
Adolfo Hitler y a Benito Mussolini a formar el Eje “Roma-Berlín”. Por su parte,
las democracias habían dejado amplia constancia de su impotencia frente a la
agresión fascista en 1936. La política de no intervención propugnada por
Inglaterra (y en menor escala por Francia) no sólo contribuyó a la derrota de la Republica española, sino
que aceleró los procesos que condujeron al estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Hasta la
muerte del general Francisco Franco en 1975, la dictadura impidió básicamente
toda investigación académica crítica dentro de España. Esto significó que la
mayor parte de la investigación histórica quedó en manos de extranjeros, sobre
todo de anglosajones y franceses. Aun después de la muerte del dictador
persistía la aversión a abrir viejas heridas, y los historiadores se mostraban
reacios a provocar un debate público que pudiese estorbar el pacífico proceso
de transición hacia la democracia. Este tácito “pacto del olvido” cambió a
mediados de la década de los 80. Aparece un vasta historiografía, pero en ella
se ha prestado relativamente poca atención a la participación de los judíos en
general en esta guerra fratricida y aun menos a la de los judíos de Palestina,
que se encontraba bajo Mandato Británico.
Se
calcula que cerca de 40.000 voluntarios de 36 países se enrolaron en las
llamadas Brigadas Internacionales organizadas en octubre de 1936 en defensa de la República Española.
El motor que impulsó la creación de las Brigadas Internacionales fue la Unión Soviética a
través de su “Comiterm” (Organización internacional soviética encargada de
promover la revolución internacional). La Unión Soviética
jugó un papel central en el apoyo internacional a la República , en la ayuda a
la creación de las Brigadas Internacionales, y en la organización y apoyo
político al Partido Comunista Español (PCE) que fue la fuerza política
dominante para la integración de las brigadas al ejército republicano. La Unión Soviética prestó su apoyo
también al partido obrero español (PSOE) y al partido liberal republicano
burgués “Frente Popular” Sin embargo, la Unión Soviética no
envió ni armas ni dinero al ejército republicano, y éste usó las armas que les
fueron distribuidas a los obreros y campesinos durante la “revolución roja”. No
faltaban voces que proclamaban que había que romper los lazos con el partido
liberal burgués y concentrarse sólo en los partidos obreros para completar la
revolución proletaria española. La voz más clara y fuerte en este aspecto fue
la de Trotsky, quien desde su exilio en México proclamaba que sólo el éxito de
la revolución proletaria podría contener la expansión del fascismo. Pero es
claro que la mayoría de los voluntarios se enrolaron para pelear contra el
fascismo y no para completar la revolución proletaria española. Los voluntarios
se inscribían en París, pasaban adiestramiento hasta llegar al campamento de
Albacete, donde eran clasificados según su idioma y país de origen, y de ahí
eran enviados al frente de Madrid.
A
España llegaron intelectales distinguidos tales como George Orwell, Ernest
Hemingway, Ian Reed, Romain Rolland, André Malraux y Arthur Koestler. Este
“ultimo (1903-1983) fue un periodista y escritor de caracteristicas
excepcionales: sionista en Palestina, comunista en Alemania, antifascista en
España, abolicionista en Gran Bretaña, y por último combativo ideólogo del
antistalinismo.: Las brigadas representaron entre el 15% al 18% de las fuerzas
republicanas combativas.
A pesar de que es difícil llegar a una cifra
exacta pues los judíos estaban diseminados en las unidades de las diversas
naciones, se estima que alrededor de 8.000
a 10.000 judíos participaron en las Brigadas. Sabemos que sólo judíos lucharon en la compañía que llevaba el nombre
de Naftalí Botwin, comunista judeopolaco fusilado por el gobierno de Pilsudsky
en 1925. Pero muchos otros judíos eran internacionalistas y no les interesaba
una identidad nacional; algunos inclusive usaban seudónimo. Por todo ello es
difícil saber cuántos judíos había en las brigadas.
Está
claro que todos ellos querían frenar con su propio cuerpo al nazismo, cuyas
leyes raciales se estaban ya implementando en Alemania, y detener el torrente
fascista que amenazaba con anegar el continente europeo. Quizá, también, saldar
una antigua cuenta con Torquemada y la Inquisición española. Lo que es indudable es que
el porcentaje de voluntarios judíos de cada país fue siempre muy
superior a su proporción en la población, y su número fue considerable. Eran judíos
el 40% de los voluntarios americanos, el 10% de los soviéticos y un alto
porcentaje de los franceses, entre los cuales se encontraban refugiados
polacos. Esto contribuyó aún más a la identificación entre judíos y
bolcheviques, tan común en las publicaciones católicas y falangistas de
los años 30. Muchos judíos pelearon en la brigada Dombrowski, integrada por
polacos, y otros en la Lincoln ,
de norteamericanos.
No
llegaban organizados sino individualmente, por lo cual eran considerados como
franceses, polacos, belgas o norteamericanos. La formación del batallón
“Naftalí Botwin” se debió a que muchos judíos querían actuar y llevar a cabo su
lucha en el idioma ídish que les era común, y utilizarlo en sus actividades
cotidianas. A este grupo se anexaron los provenientes de Eretz Israel, que se
consideraban los herederos de la gloriosa gesta heroica de Bar-Kojba y los
Macabeos. Publicaban su propio periódico y llevaban a cabo actividades culturales en
ídish. Un periódico en ídish de Francia, “Di Naye Prese”, hasta tenía un
corresponsal en el batallón.
Merece destacarse el hecho de que de los 50
médicos polacos voluntarios, todos menos uno eran judíos. También lo eran 26
médicos de los Estados Unidos y la
mayoría de los enfermeras que llegaron de Francia, Estados Unidos Bélgica,
Francia y Eretz Israel.
El
caso de los 400 voluntarios de Eretz Israel fue diferente: Muchos eran
comunistas pero otros eran miembros del Hashomer Hatzair (partido sionista de
izquierda) y otros del Mapai. Los comunistas no tenían problema pues cumplían
con las órdenes de sus dirigentes, quienes los alentaban a salir a pelear a
España. No así el caso de los partidos sionistas. Era la época de los
disturbios árabes (1936 y 1939), y. a pesar de las expresiones de solidaridad
con la República ,
casi todos los círculos de la población judía, inclusive los de las diversas
tendencias de la izquierda sionista, se oponían a la partida de jóvenes de
Eretz Israel para incorporarse a las Brigadas. Estaba fundándose la cadena de
poblados agrícolas “Torre y Empalizada” y empezaba a actuar la “Haganá”
(Defensa Armada Judía). La opinión general sostenía que la población judía
estaba luchando en Palestina por su existencia, no menos que la República en España. Por
lo tanto, “Janita (un kibutz en el norte de la entonces Palestina), era
preferible a Madrid”. Aun así no faltaron jóvenes que se marcharon a España, y
posteriormente pagaron por ello. En algunos casos, algunos voluntarios que
estaban en las cárceles inglesas por luchar contra el Mandato fueron deportados
y obligados a enrolarse en las Brigadas. Esa fue la respuesta británica a su
política de “no intervención”.
Muchos
de estos voluntarios se integraron posteriormente a la “Brigada Judía” que
peleó en Europa durante la guerra mundial como parte del éjercito inglés. Otro
voluntario judío, Pinkus Kartín, fue uno de los organizadores de la
insurrección en el gueto de Varsovia, y otro, Szyr, fue Vice-Primer ministro en
Polonia en 1945. De los de Eretz Israel cabe mencionar a Itzjak Ben Aharón, que
fue Secretario de Trabajo y Director de la Asociación de Obreros
(Histadruth).
En
México se dio una situación curiosa. En 1934 la Secretaría de
Relaciones Exteriores había publicado un comunicado en clave para limitar el
ingreso de judíos al país. Sin embargo, muchos de ellos llegaron con los
contingentes de refugiados españoles durante 1939. Se presentaban como
comunistas o luchadores, pero no como judíos. Entre ellos recuerdo a mi maestro
en la universidad, Laszlo Radvani, judío
húngaro que había peleado en las Brigadas.
El
vínculo entre judíos y republicanos españoles se mantuvo después de la victoria
franquista en 1939. Durante la Segunda Guerra Mundial todos ellos fueron
confinados en campos de concentración o combatieron contra los nazis. Cuando
hubo que transportar sobrevivientes del Holocausto a la Tierra de Israel, todavía
en manos británicas, hubo varios casos de republicanos españoles que
capitanearon naves de inmigrantes “ilegales”. Los dos ejemplos más destacados
son los de los barcos “Pan York” (Atzmaut) y “San Felipe” (Moledet). Durante la Guerra de Independencia en
1948 la Haganá
consiguió la ayuda de exiliados republicanos para transportar armas desde Francia. Todo eso influyó en la posición
antifranquista de la diplomacia israelí; sólo en 1986, bajo los gobiernos de
Felipe Gónzalez y Shimón Peres, se establecerían relaciones diplomáticas entre
España e Israel.
En
el mes de marzo de 1990 se inauguró en el Montjuich en Barcelona un monumento
en memoria a los 8.000 ( o 10.000) voluntarios judíos que pelearon en la Guerra Civil Español que
durante la contienda fueron
constantemente alabados por su valentía y dedicación por Luigi Lungo, el Jefe
de las Brigadas, así como por Dolores Ibarruri “La Pasionaria ”.
Pero
el círculo abierto en España en 1492 sólo se cerraría para el pueblo judío
cuando en1992, 500 años después, el Presidente de Israel Jaim Herzog escuchó al
Rey Juan Carlos en la gran sinagoga de Madrid hablar de conciliación y anular
el Edicto de Expulsión.
Bibliografía:
Archivo Lavón en Tel-Aviv
Judíos
en la Guerra Civil
Española.- David Diamant (en ídish)
Ranaan
Rein.-“Entre Janita y Madrid”. Majshavot.-Buenos Aires
Voluntarios
Judíos en la
Brigadas Internacionales.- Alberto Liamgot.
Revista Nueva Sión 1990
Judíos
en la Guerra
de España.-Alberto Fernández
El
Contingente de Eretz Israel en las Brigadas Internacionales.- Dan Cristal.
Universidad
de Haifa (en hebreo) 2000