HASHEM QUIERE ESCUCHARTE
A veces pensamos que tenemos una duda existencial, un problema sin solución, una cuestión con un gran interrogantes. La cabeza parece una noria, dando vuelta alrededor del problema sin encontrar ninguna solución, las puertas cerradas y sin la forma de abrirlas.
¡Si el problema tiene solución, para que te preocupas!¡Si el problema no tiene solución, para que te preocupas¡
Esto es facil expresarlo, pero cuando nos ronda una ansiedad, el día se nubla y no se ve atisbo de luz. Las preocupaciones no nos dejan ver la solución, que a veces es mucho más sencilla y facil de lo que pensamos. Nos puede parecer que los problemas no tienen solución, que el mío, es el peor de los problemas.
Que equivocado estamos sólo hay que pedirle a Hashem como lo haríamos con nuestro Padre. El Altísimo es todo piedad y quiere que nos acerquemos a él, con las Tefilot, las Mitzvot y las buenas Midot. Lo demás dejémoslo en sus manos y la respuesta no se hará esperar.
Hashem te está esperando, siempre con ganas de dar. Abre tu corazón y cuéntale tus problemas, con humildad y sinceridad en tus palabras, que salgan desde el corazón.
Ahora, a peticipión de un buen amigo, que quiere mantenerse en el anonimato, les contaré un pequeño Maasé. Le llamaremos Israel.
Memi, el propietario del Bar los Taxis (uno de los Bares Kosher de Melilla), se acerba para servirnos dos humeantes café, el grato aroma nos hizo detener la conversación. Tras unos breves segundos, retomabamos el dialogo, encaminandose hacia un tema que ilusionaba al compañero de tertulia. Sus ojos, brillaban de entuasiasmo y sus palabras brotaban con la cautela suficiente para no perder detalle.
En ese preciso momento un nuevo cliente entraba al Bar y se acercaba a la barra. Esther,la esposa de Memi, le servía la consumición, mientras el cliente ojeaba la prensa local.
La conversación de Israel se hacía cada vez más interesante. Era una de esas historias preferidas por los Rabanim, un Maasé, que ayudan a explicar el mensaje de los Shiurim (Charlas)
Durante tres días, la mente de Israel estaba colapsada, no dejaba de pensar la magnitud que estaba adquieriendo su problema.
Desde el instante que sus ojos se depertaban, durante estos días, llegaba su Neshamá (alma) y la incertidumbre de cómo solucionar su problema. Fueron tres días angustiosos, convirtiendose en interminables.
Cada minuto que marcaba su reloj, era uno menos que tenía para enfrentarse cara a cara en campo de batalla, sin saber cual era la mejor maniobra, atacar o defender.
Tenía moldeadas dos posibles soluciones, pero ambas con consecuencias trágicas, que le dejarían secuelas psicológicas. Sea cual sea la opción, era consciente que perdería a uno o varios buenos amigos. Que dificil era la elección a la que se enfrentaba.
El pánico le inundaba, el temor por quedar mal le abrumaba. Su cabeza era como una autopista, con varios carriles que conducían a un destino, pero todos salian perdiendo.
Ya llegaba la hora, pero antes se encaminó a la Sinagoga, para la oración de Minjá. No podía concentrarse, sus sentiminetos de Judío se sentían traicionados con cualquiera de las decisiones.
Con el Sidur (libro de rezos) en las manos, de pie y los labios en silencio, recitaba la Amidá ante el Boré Olam (el creador del Mundo).
A pesar de los presente, Israel se quedó sólo ante Hashem y su plegarias salían de un corazón triste. En cada palabra le suplicaba a Hakadosh Barujú que le iluminara, que le diera la capacidad de tomar la mejor opción y no tener que perder a ningún amigo.
Absorto en su plegaria con gran kabaná, perdió la noción del tiempo y del lugar donde se encontraba.
De pronto, sus labios se paran, no lo cree. Hashem le ha escuchado y gracias a Hashem ¡Hay una Solución! De pronto sus palabras se tornar en alegría y agradecimiento.
¿Qué pasó?
Tras estos infernales días, en un instante gracias a Hashem, la solución era fácil y sin tener que perder a ningún amigo.
¡Ahora sé que Hashem siempre ayuda a sus hijos, pero quiere que vayamos a Él! Gracias a Hashem mi actitud ha sido la más acertada y sin consecuencias negativas.
Mientras le dábamos los últimos sorbos al café, Memi nos cobraba, como siempre nos despedía con un agradable saludo.
Ya en la calle y antes de despedirnos, Israel me preguntó si lo publicaría en Mem Guimel,
A lo que le contesté, querido amigo, tu historia es digna de compartirla. Con historias como la tuya, se han escrito muchos libros de Maasé.
Hacemos muchas referencias a Maasé que le han ocurrido a otras personas lejos de nuestra ciudad. Nos sorprenden e incluso las repetimos. Pero en Melilla hay muchas historias que maravillarían al mundo Judío. Historias de Teshuvá, como en los últimos 20 años experimenta la Kehilá. Historias de Kidush Hashem, Maasé de actos de Jesed Emet……
Como dice el refrán, “uno no es profeta en su tierra”. Pero debemos de empezar a compartir nuestros Maasé y exportarlos al mundo Judío. Que sepan que en la Kehilá de Melilla día a día el judaísmo da una cantidad y variedad de actos dignos de mencionar y se convierten en ejemplo para los demás.