Historia de Rabbí Saadia Edaty Z.L.
(Extraído
del libro Imágenes de Melilla y su Judaísmo)
Muy
poco sabemos de la vida de este Rabino. Lamentablemente todo lo que podemos
contar está basado en leyendas que fueron pasando de generaciones en
generaciones.
Según
lo que escuchamos de nuestros padres, parece ser que era un enviado de Israel
que visitaba las diferentes comunidades de la diáspora, recolectando dinero
para sus habitantes. Según parece que Rabi Sadia iba acompañado de un musulmán
que era su ayudante, y al acercarse a Melilla se sintió muy débil y supo que
iba a morir.
Le
pidió a su ayudante que le cavara un pozo y le dijo: “Yo voy a bajar al pozo y
cuando veas que ya no respiro, cúbreme con tierra”. Efectivamente eso fue lo
que pasó, el musulmán los cubrió de tierra y dirigió a Melilla.
Los
habitantes del lugar se enteraron de lo ocurrido y algunos quisieron apoderarse
de las pertenencias con las que había sido enterrado Rabí Saadia. Subieron al
monte y cuando llegaron al lugar y empezaron a cavar, una piedra enorme cayó de
lo alto de la montaña y se posó exactamente sobre la tumba.
Otros
cuentan (según lo narrado por R. Shlomo
Aserraf Z”L) que R Saadia viajaba en un barco con otros jajamin, y debido a un
temporal naufragó el barco y de los tripulantes sólo se salvaron varios
Tzadikim, entre ellos Ra Saadia Hadati, R Isaac Ben Gualid y Rafael Enkauwa. R.
Saadia llegó a Nador y vivió allí varios años.
Cuando
sintió que iba a morir, pidió a un muchacho musulmán que fuera a Melilla y
pidiera a los hebreos de esta ciudad, que vinieran a enterrarlo, pero por algún
motivo no conocido, el mozo volvió sólo e intentó organizar un grupo de
musulmanes para enterrar al Tzadik, pero estos se negaron totalmente a enterrar
a un judío; el muchacho volvió junto a R Saadia y le prometió que él lo
enterraría con honor.
R.
Saadia le escribió al musulmán un pergamino, en el que rogaba a los judíos cada
año dar una suma de dinero, como recompensa al haber tenido el mérito de
enterrar al Tzadik. Al fallecer R. Saadia y haber sido sepultado por el
muchacho, los vecinos musulmanes del pueblo al escuchar la noticia, quisieron
matar al muchacho como venganza por haber enterrado a un judío. Milagrosamente,
en esos momentos bajó una gran roca del cielo pasando por todas las casas de la
aldea, hasta posarse sobre la sepultura de R. Saadia. Los musulmanes que
quisieron vengarse del ayudante del Tzadik quedaron congelados sin poder
moverse hasta que el muchacho rezó por ellos sobre la tumba, hasta que pudieron
moverse.
Después
de este milagroso acontecimiento, tanto los hebreos como los musulmanes,
acostumbraran a Zorear la tumba del sagrado R. Saadia, dándose cuenta de este
misterioso Tzadik