Por el Rab Elías Dayé
Muchas veces nos
ensuciamos diciendo palabras nocivas, tanto por su contenido como por lo que
ellas producen.
El efecto de una
palabra mal dicha muchas veces es inapelable, por más que después digan cien,
para reparar la que fue dicha, el daño que ocasiono en el primer impacto fue
mucho más fuerte que las palabras que se utilizaron para repararlo (siempre
hablando de palabras ofensivas)
¿Cuál es el motivo de llegar a esta
situación muchas veces irreparable?
El hecho de ser impulsivos, el no pensar en las
consecuencias de lo que uno dice, es una de las interpretaciones en las que
podemos basarnos. Las palabras no son gratuitas, como la gente piensa. Cada una
de ellas tiene un valor incalculable, de hecho vemos que se construyen o
destruyen mundos; por consecuencia es un arma poderosa, y para aprender a
utilizarla, la lengua y la boca necesitan ejercitarse en pos de construir oraciones
con contenidos específicos.
Hay un refrán que dice
“el pez por su boca muere” y está referido a la palabra, a lo que uno enuncia
con decirlas y sus significado. Todo es escuchado acá, abajo; y arriba en el
cielo es juzgado, de acuerdo a su valor.
¿Cuál es mejor
quitamanchas, respecto a lo que dijimos? Medir lo que decimos, rectificar
nuestros pensamientos y empezar a transmitir mensajes positivos que puedan
quitar el enchastre de nuestras palabras para encausarnos en el camino del
bien.
UN MENSAJE ESPECIAL
DEL RAB ELÍAS DAYÉ
Quiero agradecer a todos los lectores que nos estimulan y cuyas
críticas nos hacen crecer día a día, así también a las paginas estudiartora.com (Venezuela), Refua Shlema Mem Guimel
(España). Boruj Krasniker que por su iniciativa creo la página www.eliasdaye.com con nuestros escritos y a las personas
de Panamá , México ,Israel. Y a todos aquellos medios que reproducen nuestros
mensajes. A Dario Sainer que se ocupa incansablemente de este arduo trabajo.
Que D”s les prodigue un año de bendiciones y alegrías.
SHANA TOVA!!